Movilidad en los edificios comunitarios

Para las personas que sufren de alguna discapacidad física que les impida moverse libremente, lo primero y más importante siempre será acondicionar su hogar. Este es el primer paso para tener una mejor calidad de vida, dado que es allí donde pasarán la mayor parte del tiempo.

Sin embargo, estas medidas no son suficientes. Además de permanecer en sus hogares, las personas también deben eventualmente recorrer otros espacios que forman parte de su comunidad. Como cualquier otro ser humano, las personas con movilidad reducida, a pesar de sus limitaciones, también tienen el derecho de desplazarse libremente al lugar que deseen.

Existen más personas con discapacidad física de lo que parece. Muchos de ellos son ancianos que han perdido agilidad al llegar a cierta edad, personas a las que les falta alguna extremidad, que utilizan muletas, sillas de ruedas o incluso los que son invidentes. Razón más que suficiente para crear las condiciones ideales para que esa parte importante de la población se pueda sentir más incluida en la sociedad.

Muchas de las infraestructuras actuales, como edificios públicos y demás, están diseñados de manera tal que para una persona promedio no resultaría un problema tener libre acceso, pero para las personas con discapacidad física sí. En muchos casos estas barreras físicas no son un problema que salte a la vista, sino cosas tan comunes como escaleras, pendientes o desniveles entre una habitación y otra. En efecto, detalles como estos pueden parecer algo no tan importante, pero causan más daño de lo que parece. Primero,  hacen que lo que para otra persona es algo natural, como subir unos escalones, para las personas con discapacidad física sea todo un desafío.

En muchos casos estos obstáculos no impiden el acceso por completo, pero sí hacen más difícil el paso a ciertos lugares. Esto trae consigo una serie de consecuencias negativas como un mayor esfuerzo físico, la dependencia constante a la ayuda de otras personas y en última instancia la terrible sensación de incomodidad y disgusto. Todo ello sin dejar de lado el tiempo valioso que estarían perdiendo en lo que se supone debe ser una terea fácil.

Como no es posible reformar la mayoría de los edificios antiguos (y no tan antiguos) de las ciudades, debido al enorme gasto económico que esto implicaría, se han diseñado varias soluciones bastante prácticas. Algunas de estas soluciones son las plataformas salvaescaleras, rampas, sillas elevadoras, elevadores verticales y algunos otros sistemas. Los cuales, pueden hacer una gran diferencia para las personas con discapacidades.

De entre todas estas opciones, las plataformas salvaescaleras son de las más prácticas y convenientes. Existen muchos modelos con diferentes opciones de diseño y tecnología que la hacen una opción muy interesante.

Las plataformas salvaescaleras funcionan a través de un sistema muy sencillo y versátil que les permite adaptarse a distintos tipos de escaleras y superficies. Estas cuentan con una plataforma plegable que se mueve desde un nivel a otro a través del riel. También cuentan con controles remotos y sensores de seguridad, entre otras ventajas.

Además de las personas con discapacidad, las plataformas salvaescaleras también pueden resultar muy cómodas para quienes llevan coches de bebés o cajas incómodas.